Francia, mi país, tiene miedo. Yo tengo miedo.
La mejor manera de enfrentarlo es decirlo, hablarlo para pensarlo.
Entre la insuficiencia de la
respuesta planetaria al cambio climático puesta en escena en la COP21, el caos
de las guerras donde están involucradas de cerca o de lejos "nuestras
fuerzas armadas", la obsesión por la seguridad sustentada con
las amenazas de atentados, el recurso sistemático a la figura del chivo
expiatorio musulmán o migrante, el ajedrez demoledor que se está jugando entre
"terrorismo" y "anti-terrorismo", la escalada de las
medidas atentatorias de las libertades, la destrucción de los derechos
sociales, la precarización del trabajo y la escasez creciente de recursos en
las clases populares, las traiciones repetidas del gobierno derechista
social-demócrata, el auge de la derecha extrema y la penetración de sus ideas
fuera del circulo de sus afiliados, la invisibilidad y la ineficacia de las
alternativas progresistas y solidarias...
2015 ha sido un año terrible y cuesta vislumbrar donde se podría
despejar 2016.
Nosotros, los ciudadanos atónitos, estamos abocados al encierro del choque
traumático, con la idea de que el peligro que se nos viene encima nos coge en
un callejón sin salida.
Fijarse en la gradación de las terminologías del miedo puede quizás
permitir su "domesticación":
peur (miedo) es inquietud por la presencia de un peligro,crainte (temor) es un peur fuerte,
terreur (terror) es un crainte grande y profundo,
panique (pánico) es un terreur súbito y sin fundamento,
épouvante (espanto) es un terreur grande,
frayeur (aterramiento) es un épouvante causado por la imagen del mal…
effroi (pavor) es un frayeur grande…
¿Por qué ese llamado a la lingüística?
Por qué buscar el sentido de las palabras?
Porque nuestra humanidad es capaz de alumbrar
con la razón esa emoción enraizada en la profundidad de nuestro cerebro
reptiliano. Cuando se activa nuestra amígdala frente a
lo que percibimos como un peligro inminente, no estamos condenados a la
inhibición del pensamiento, podemos prepararnos a huir o a defendernos.
Inclinémonos también sobre el "cuerpo asustado", sobre su fisiología,
para intentar acercarnos a él y tocarlo... Bien hay que empezar por inclinarse
sobre el cuerpo aterrado, para mecerlo, abrazarlo y tranquilizarlo.
Darwin escribía:
"El miedo es a menudo precedido
por el asombro, emoción muy cercana ya que ambas conducen
a una estimulación de los sentidos de la vista y el
oído. En ambos casos, los ojos y la boca están muy
abiertos. El hombre asustado empieza por paralizarse como
una estatua, inmóvil y sin respirar, o se pone en
cuclillas instintivamente para escaparse de la mirada de
los demás. El corazón late con violencia, palpita
o golpea contra las costillas... La piel se ve muy
afectada por un gran temor, vemos como segrega
inmediatamente el sudor de manera increíble. Los
pelos se ponen de punta y los músculos superficiales tiemblan. Debido al
cambio de la frecuencia cardiaca, la respiración se acelera. Las
glándulas salivales actúan de manera imperfecta, la boca se vuelve seca, a
menudo se abre y se cierra
- Charles Darwin, La expresión de
las emociones en el hombre y los animales
Llaman la atención la boca y los ojos del cuerpo
asustado: el grito silencioso de la boca seca y los ojos abiertos como platos.
Los sentidos estimulados... Se percibe aquí un enlace sutil y devastador entre
el miedo y la sociedad del espectáculo. Ella actúa también, de manera
privilegiada, sobre la boca y los ojos. Entra por allanamiento de morada en el
espacio íntimo, ocupa el tiempo de cerebro disponible a través de la imagen
animada y del sonido repetido, impone su construcción de las historias y de la
Historia, amordaza la palabra y "paraliza como una estatua" al
espectador, favorece el encierro sobre una misma o uno mismo, con esa necesidad
de escaparse de la mirada de los demás.
Para los deseos de fin y principio de año, mi
partido publica un video provocador
que pone de relieve el discurso político del pavor, para denunciarlo y llamar a
"detener la propagación del miedo". Polariza la atención sobre la
figura del musulmán y del migrante, deja sobrevolar un plano STOP y concluye
con la nostalgia de la campaña presidencial de 2012, cuando la palabra del
candidato Mélenchon había dado aliento a la izquierda de la izquierda,
reconstruyendo la esperanza y la solidaridad. Recordemos que en esa época, el
lema que daba en el blanco era : "el problema no es el extranjero sino
el banquero".
Pues, hoy, este video...
¿corresponderá a la necesidad de responder al
choque con el choque?
¿de insertarse en la sociedad del espectáculo?¿de encontrar un espacio en la escena mediática, retornando el argumento del adversario?
No sé si este video alcanzará el objetivo de “hacer ruido”, pero reconozcamos que habrá generado en mi la necesidad de pensar.
Para 2016, nos deseo inteligencia en lugar de inmediatez.
01 de enero de 2016. París
Si encuentras un error de sintaxis, redacción u ortográfico en el artículo, selecciónalo y señalalo en los comentarios ¡Muchas gracias!
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire