lundi 25 juillet 2016

Francia. Daesh nos impide ver que el mayor problema es político


Traducción del articulo "Daesh nous empêche de voir que la question majeure est politique". Entrevista con Roland Gori publicada en Politis el 21 de julio de 2016.

Para el psicoanalista Roland Gori, los autores de los atentados recientes son los monstruos del neoliberalismo: Daesh esconde una crisis política profunda y sin salida inmediata, que seria necesario resolver para erradicar ese terrorismo.

Politis: ¿Como analiza lo que ocurrió en Niza la semana pasada?

Roland Gori: La prudencia seria de responder que no sabemos nada. Que se necesita tiempo para precisar los elementos recogidos en las investigaciones, tiempo tambien para un análisis multidimensional que mobilice el pensamiento. Necesitamos pensar lo que nos está ocurriendo y cómo llegamos aquí. Necesitamos entender cuales son las similitudes en todos esos masacres y descubrir lo que les diferencia los unos de los otros.
Globalmente, reaccionamos demasiado rápido. Se puede justificar en materia de protección, seguridad o asistencia, pero no en materia de información o análisis. Es que los dispositivos de información y de analisis estan ellos mismos aquejados, corrompidos por las derivas de la "sociedad del espectáculo", del "suceso" que conllevan la mercantilización de las emociones y de los conceptos. Esto no puede aceptarse ni moral ni politicamente porque destruye las bases sobre las cuales nuestras sociedades estan fundadas y contribuye a fabricar las tragedias que atravesamos. Es la trastienda de nuestros enemigos, de sus aliados objetivos y de sus compinches involuntarios.

¿Cual es la responsabilidad de los medios?

En este caso, los medios tienen una gran responsabilidad: participan a la "farandulación" de las jugadas criminales, algunas sin motivos – en el sentido quasi psiquiátrico de la palabra – o sea, realizadas por personalidades mas o menos patológicas sin ningun lazo personal con sus víctimas. Esto no significa que todos esos homicidios tienen los mismos resortes, ni que fueron cometidos por psicópatas o psicóticos. Algunos son autenticamente políticos, otros pertenecen al registro del fanatismo "religioso", otros vienen de las redes mafiosas que han hecho del terrorismo el objeto de nuevos negocios rentables.
El montaje ideologico o religioso es mas o menos decisivo, determinante segun los casos: entre las masacres de Charlie, del hipercasher, del Bataclan, de Niza o la agresión de los pasajeros en un tren en Baviera, las motivaciones no son las mismas. Daesh lo "recoge" todo porque le sirve a su empresa de destabilización de Occidente, atacando el vientre blando de Europa y esperando favorecer así las tensiones entre comunidades.
Hubo el llamado a la guerra civil lanzado por Abu Musad Al Suri en 2005: llamado a la Resistencia islámica mundial de todas las poblaciones musulmanas para golpear a los judios, los occidentales, los apostatas, dondequiera que esten. A partir de este momento, cada crimen, cada homicidio susceptible de estar "tachado" con un signo de pertenencia comunitaria, se ve reciclado como "combustible made in Daesh", hace parte de la estrategia de este grupo y de su propaganda. Nos exponemos a validar su campaña de terror si le damos unidad y consistencia a una multitud de acciones más o menos inspiradas por el terrorismo djihadista.

Entonces ¿François Hollande cometió un error cuando declaró de entrada que el asesino de Niza estaba ligado con Daesh?

Cuando ocurrió el horror de Niza, las declaraciones de François Hollande (y de su sequito)  me parecieron prematuras y peligrosas. Como si se cayera con ambos pies en la trampa tendida por Daesh: primero, transmitiendo y validando una propaganda que afirma que todos las masacres son el fruto del adoctrinamiento de la organización terrorista. Es que la radicalización de una personalidad aparentemente tan confusa como la del asesino de Niza, con sus adicciones y sus violencias, su bisexualidad y su alcoolismo diluidos en poco tiempo en el "radicalismo religioso" al servicio de un "terrorismo de proximidad" me desconcierta.
Segundo, anunciando que los golpes en el terreno exterior se van a duplicar, Hollande ofrece razones a todos los que quieren vengarse de la arogancia occidental y de las prácticas de "pacificación" de los antiguos colonizadores. Está validando el discurso propagandístico de los salafistas que siguen la via del djihad. Que un presidente este llamado conscientemente a ordenar operaciones militares, ¿porque no? Deberá rendir cuentas de su decisión al parlamento y al pueblo... Pero que lo exprese de esta manera, como un anuncio en reacción a las masacres, no me parece ni politico, ni productivo.

¿Que ha pensado de la postura de los (otros) políticos?

Es normal, en tanto que víctima, familiar de víctima, vox populi, que estemos sumergidos por el odio, el deseo de venganza, el dolor, y la violencia de una tristeza infinita que nos da ganas de homicidios y de venganzas. Otra cosa es que los políticos vayan en ese sentido de la emoción inmediata.
Es que los políticos y las declaraciones de la oposición, con algunas excepciones, no estan a la altura. Los muertos, las víctimas y sus familias, merecian algo mejor. Es con el pueblo, con la gente que se encontraba allá, los anónimos, discretos, humanos, que las víctimas han encontrado el lenguaje, la presencia, el amor que necesitaban. La "farandulación" de los criminales  y todas las manifestaciones espectaculares son impropias (estoy de acuerdo con la propuesta de mi colega y amigo Fethi Benslama en Le Monde, de intentar "anonimizar" a los autores de los masacres, o por lo menos, de evitar que se vuelvan "célebres"). Todas esas manifestaciones van en el sentido del enemigo, si hay un enemigo detrás de cada uno de esos homicidios.
Entonces, seamos prudentes: Daesh intentará recuperar cada asesinato que podria contribuir más o menos a su proyecto y alimentará su propaganda con los sucesos que ha organizado, los que ha inspirado... y los otros. No debemos prestarnos a ese juego.
Me viene a la mente una analogia que les entrego: en la ezquizofrénia, a veces hay la aparición de un delirio, el de la "máquina a influenciar". Es decir la convicción delirante del paciente quien se cree que lo que ocurre en su cuerpo (sensaciones, brotes, dolores, erecciones...) es "fabricado" por una máquina manipulada por los perseguidores que lo hacen sufrir. La emergencia de este tipo de delirio se ha enriquecido a menudo con los descubrimientos tecnológicos y a veces son contemporáneos. En este caso ¿Vamos a acusar la máquina o la enfermedad mental?
La ideologia es a menudo una "maquinaria" que permite a mucha gente de "funcionar" y de llenar el vacio de su existencia. No es suficiente eliminar las "máquinas" para hacer desaparecer el uso que hacemos de ellas. Pero hay máquinas más peligrosas que otras, las que deben preocuparnos en prioridad para saber cuales son las necesidades que las hicieron nacer y porque encuentran hoy un "personal" que les hace rodar.

Entonces, ¿Que hacer?

Solucionar politicamente el problema, sin reaccionar de inmediato con emoción. Cuando Hollande va en la dirección de la emoción y de la vox populi, firma la dimisión de lo político y es muy grave. La política no debe seguir las olas de la opinion pública terrorizada, sino alumbrarlas y ayudarlas a pensar esas tragedias. Por eso hay que dejar el tiempo de la investigación e intentar comprender lo que nos ocurre.
Aunque Daesh revendique los atentados – el de Niza, o el de Baviera, con ese chico de 17 años que ha agredido la gente en un tren con una hacha–, puede ser una reivindicación oportunista.  Ya que la trastienda de esa lucha djihadista de un tipo nuevo enaltece una especie de guerra civil interna en Ocidente, y particularmente en Europa, Daesh tiene interés en "recoger" todos los crímenes donde existen tensiones intercomunitarias aunque a minima escala.
Daesh utiliza las armas del adversario: los medios, los videos, las páginas de los jóvenes... Es su fuerza, pero tambien su debilidad ya que va a conducir a los terroristas a reivendicar unos actos realizados por unas personalidades poco "ortodoxas" que actuarán en contradicción con los valores expresados.
El archipiélago "terrorista" extrae su fuerza de su dispersión, de su mobilidad, de su carácter multifacético y oportunista, pero con el tiempo, se puede transformar en debilidad. Como todos los archipiélagos, hay el riesgo de fragmentación, de erosión. ¡Que expliquen a las poblaciones martirizadas por Daesh – administradas a veces con rigor y habilidad, y siempre con oportunismo especulador y extrema crueldad – que en Mossul lanzan los homosexuales por los balcones y que en Niza les transforman en "soldado del califato"! ¡Que les expliquen que escuchar música es un sacrilegio en Raqqa pero que es necesario para los "soldados" y para preparar la propaganda de adoctrinamiento de los jovenes!
Todas las ideologias acaban por desacreditarse ya que sus más destacados responsables no actuan como dicen y no dicen como actuan. Para "desradicalizar" (le tengo horror a esa palabra: ¡vaya falsa amiga!), recurir a la razón és inútil... Hay que exponer y exponer otra vez las contradicciones. Y no olvidar lo que decia Marx: "Ser radical, es tomar las cosas a la raiz". ¡Radicalizémonos, pues!

Ha hablado de "teofascismo" para designar a Daesh ¿Que quiere decir con eso?

Es la tésis que defiendo con fuerza: creo que los teofascismos son los monstruos que hemos fabricado. Nuestro modelo de civilización está averiado. La buena noticia, es que la visión neoliberal de lo humano está agonizando, que está moralmente aruinada y que ya no es creíble. La mala noticia es que su agonia se prolonga. Es la definición que daba Gramsci de "la crisis" que "consiste precisamente en el hecho de que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: Y (que) en ese claroscuro surgen los monstruos". En eso estamos.
La ideologia neoliberal del ser humano "empresarial" universal, guiado por su razón técnica y su interés économico, regulado por el mercado y el derecho occidental mundializado ya no convence las masas. Este viejo mundo las ha empobrecido y les hace daño cada dia más. Este neoliberalismo solo se mantiene a traves de las estructuras institucionales de poder, los negocios interconectados de manera sistémica, los políticos de los gobiernos comprometidos con esta causa. Pero los pueblos ya no lo quieren.
Como a finales del siglo XIX, como entre las dos guerras mundiales, hoy renacen unos "movimientos" de masas, nacionalistas, populistas, racistas... que buscan desesperadamente una alternativa al mundo "liberal-universal de los derechos humanos-del progreso de la razón", de esa "religión del mercado" a cuyos ritos los ciudadanos y los pueblos tienen que someterse. Pero ya no lo quieren.
Hoy, como decia Camus, estamos gobernados por máquinas y fantasmas. En ese claroscuro, surgen todas las angustias. Angustias del cáos, del anihilamiento recíproco, de los incendios universales. Surgen tambien todas las miserias, económicas, simbólicas, del desmantelamiento, de la invisibilidad. Luego, surgen todas las pasiones engendradas por el odio y el miedo. Hollande tiene razón cuando habla del riesgo de dislocación. No solo de la sociedad francesa, pero tambien de varias regiones en el mundo, particularmente de Europa. En esas fallas sismicas emergen Daesh, los populismos, los racismos, el Frente Nacional y compañia...

¿Les pone todos en el mismo plano?

Vemos que estan apareciendo unos movimientos violentos, aropados de religión, de signos comunitarios o étnicos,  y que reciben la cólera y la desesperación de las masas frente a esa crisis de la gestión neoliberal del mundo. Es, a la vez, una crisis de las prácticas neoliberales que viven sobre una economia subprime y una crisis de los valores del capitalismo feliz que estan ahora cayendo en picado. Las gentes ya no son "creyentes" de esa "religión del mercado", se les pide que continuen siendo "practicantes" y que acepten la austeridad para merecer el paradiso prometido por la tecnocratia. Resultado: viene el Brexit, donde esos mismos que lo promovieron ya no saben que hacer!
He dicho a menudo que esta emergencia de los teofascismos podia asemejarse a lo que ocurrió a finales del siglo XIX y a mediados de los años 1920-1930 con la emergencia de los fascismos, del nazismo y de los totalitarismos. Cuando frente a la crisis de los valores y de las practicas libérales, las masas se encontraron enfrentadas a una situación política sin solución política posible.
En ese momento tambien, frente a las masas desocupadas y aisladas, unos movimientos de masas aparecieron, liderados por unas minorias audaces, violentas, organizadas, capaces de controlar y liderar unos individuos desorientados, unos individuos de masa, con la bandera del nacionalismo, del racismo y de los valores populistas más desenfrenados. En lo que Hannah Arendt llama el "desierto", todo lo que podia enlazar los seres humanos entre si  – la religión, la política, la cultura, la amistad  –, se encontraba amenazado por las crisis enonómicas y simbólicas.
En ese vacio, diferente y relativo segun las épocas, la angustia frente al porvenir condució a buscar unos puntos de referencia y unas identificaciones fusionales para los camaradas de los partidos, organizados de manera hábil y drástica en sus aparatos. Esas revoluciones conservadoras nacieron de las contradicciones entre las bellas ideas libérales procedentes de las Luces (creencia en la razón crítica y el progreso, emancipación a través del comercio, reducción de la miseria a través de la técnica y la industria...) y las practicas de los gobiernos "libérales" burgueses (las desigualdades sociales, la sumisión al comercio, el desempleo masivo, el desarraigo de los individuos y el debilitamiento de sus lazos familiares...).

¡Lo hemos visto de manera clara en la era Sarkozy!

La lógica de la seguridad neoliberal traida entre otros por Nicolas Sarkozy ha recortado drasticamente en los efectivos de seguridad (gendarmeria, ejército, policia) –¡al ex-presidente le resulta fácil de encontrar ahora algo que criticar sobre la política actual!– Son lágrimas de cocodrilo las de nuestros conservadores ya que fueron ellos quienes exigieron el desguace de los servicios públicos que aseguraban la seguridad de otra manera. Cuando se mantiene y se fabrica el lazo social, ese enlace que produce un sentimiento securitario importantísimo, se produce una seguridad verdadera  – vemos bien como jugando con las emociones y el miedo, se corre el riesgo de inclinar la democracia hacia cualquier orden autoritario y totalitario. A partir del momento en que las personas estan juntas, bien cuidadas, bien educadas, acogidas, en un lugar donde se les ayuda a la convivencia a través de los servicios públicos, hay un terreno de seguridad que el paradigmo de la lógica de austeridad y del modelo del homo economicus han destruido a lo largo de los últimos años.
Habrá que hacer este balance tambien, y saber cuantas vidas desperdiciadas ha producido la austeridad rechazada ahora por los europeos. Obstinandose en la tecnocracia que coloca a los ciudadanos y a los pueblos bajo tutela tecnico-financiera, los políticos juegan la política de lo peor, la de Daesh como la de las derechas extremas, y acabaran siendo ellos mismos llevados por los monstruos que han creado.

¿Una pista de solución seria entonces de cambiar el sistema économico-politico?

Si, pero no hay solución inmediata. No tenemos ningun kit para cambiar de civilización. Aquí tambien buscamos siempre demasiado rápidamente soluciones frente a problemas multidimensionales que tienen una temporalidad compleja. Hay que buscar medidas con temporalidades diferenciadas: las medidas de seguridad quizás son necesarias, no sé, nunca tomaré el riesgo de declararlas inutiles únicamente por opción ideologica.
La situación es grave, mucho más grave de lo que se ha expresado. Pero estoy seguro de una cosa, es que las medidas de vigilancia son insuficientes. No bastará si esas medidas no estan acompañadas de otra cosa, de unas medidas auténticamente políticas, sociales y culturales. Permaneciendo únicamente al nivel de la vigilia y de la protección securitarias, acabaremos por caer en la trampa de nuestro enemigo cambiando insidiosamente de civilización y de maneras de vivir.
Además Daesh no debe escondernos otros peligros: la subida del Frente Nacional, la tentación de los extremos, el repliegue pusilánime sobre nosotros mismos. El problema de Daesh nos impide ver que la cuestión fundamental es que no logramos avizorar una alternativa política que nos permita transformar las frustraciones y las rabias de los ciudadanos en fuerza política.

¿La izquierda será capaz de eso hoy?

De momento, no. No es capaz de ofrecer un proyecto politico convincente a unas masas enojadas y desesperadas. De nuevo, nos encontramos en frente de una crisis política que, paradoxalmente, nuestras instituciones y nuestros políticos no quieren tratar con medidas políticas. La abordan como unos problemas técnicos sin querer cambiar de software. Resultado: impediendo el tratamiento politico de una crisis política, ¡se precipita el pueblo en los brazos de todos los que parecen políticos porque se presentan como anti-sistema!
Las comparaciones no siempre son válidas, pero esta situación se parece mucho a la situación descrita por Simone Weil en la Alemania de 1932-1933. Las masas van a buscar en otros lugares lo que los partidos tradicionales de las democracias libérales no les ofrecen: unos puntos de apoyo para extraerse de su desespero. Que sea en la noción de comunidad religiosa, o étnica, o otra, el renacimiento de esas nociones se explica por las fallas del sistema que conduciran, finalmente, a su dislocación.

La cuestión de lo politico vuelve paradojicamente con lo religioso...

Si, cuando a ciertas épocas de nuestra historia, apareció como un repulsivo. Los islamismos políticos y terroristas que no se deben confundir ni amalgamar de ninguna manera, renacen sobre las ruinas de los nacionalismos del mundo arabo-musulmán. Hay todo un trabajo genealógico y arqueológico por hacer en ese campo pero aclaro una vez más: no abarca de manera exhaustiva las raices de los terrorismos actuales.
Me parece interesante subrayar que, a falta de ideologias políticas identificables, el motivo religioso sirve para numerosas propagandas "por el acto", como se decia antes a propósito de los anarquistas. Las ideologias habian tenido tendencia a reemplazar las religiones y hoy los motivos religiosos tienden a cubrir las ideologias. Pero las prácticas tienden a mantenerse, siempre hay violencia versus consciencia, humanismo versus barbarie, las luces contra las tinieblas... Y el claroscuro confunde las pistas. ¡Buscamos desesperadamente el sol!
Nuestro trabajo consiste en desenmascarar la cuestión política que se esconde detrás de lo religioso, de lo comunitario. Y luego de enfrentarlo seriamente. Esto significa que es preciso firmar con urgencia el acto de defunción del neoliberalismo, en estado de emergencia. Por ejemplo, hay que reconsiderar absolutamente la función social del arte, la salud, la educación o la justicia, y la función política de la cultura y de la información. Hubo el "pacto de estabilidad" y luego el "pacto de seguridad", es necesario hoy el "pacto de humanidad", y a la manera de Zweig, acercarse a la libertad considerandola menos como una costumbre y más como "un bien sagrado".
Concretamente, esto implica por ejemplo, favorecer la "fraternidad europea" rompiendo la tecnocracia de Bruselas y de sus tratados que traen la competencia y a la esclavitud a los pueblos. Zweig decia que era necesaria una "desintoxicación moral de Europa". Si nuestros gobiernos no son capaces de acabar con esa tecnocracia, veremos subir la extrema derecha en Europa y las teocracias en otros lugares del mundo.

¿Como explicar que los políticos sean tan inoperantes ?

Hoy, lo politico ha dejado la especifidad de su campo. Ayer, lo hizo en beneficio de la religión del mercado. Hoy lo hace en beneficio de la sociedad del espectáculo. Los hombres políticos intentan vender en sus discursos unos productos que les permiten adquirir el mayor número de cuotas de mercado en la opinión pública. Con eso, agravan la crisis. No son creibles. "Gestionan" las opiniones y mantienen, sin contrarestarlos, los poderes de los oligarcas de la economia.
Despues de la emoción terrible de esta semana, ¿como creer en el gobierno o en la oposición? Nos hace falta una palabra política auténtica que pueda marcar un proyecto alternativo frente a la miríada de movimientos autoritarios, extremistas, terroristas. En pocas palabras, nos hace falta una palabra política suficientemente consistante para contrarrestar la propaganda de los monstruos nacidos de la crisis. Nos hace falta un discurso verdadero, el fuego sagrado de la política que entusiasma y da ganas tanto de luchar como de soñar, tanto de querer como de oponerse sin destruirse.

¿Y de lo contrario?

Ya tuvo lugar. Ya lo hemos visto en la historia, al final del siglo XIX, entre 1885 y 1914, la aparición de movimientos nacionalistas, populistas, antisemitas en Francia y en Europa. Crecian sobre el reflujo de los valores de las Luces, del progreso, del racionalismo. El declive de esos valores del liberalismo filosófico favorece la emergencia de monstruos políticos como el fascismo y el nazismo.
La filósofa Simone Weil explica que en 1932-1933, Alemania se encontraba frente a una crisis política terrible y que a la gente, se le prohibió resolver esta crisis. Hoy, se trata menos de una prohibición que de un impedimiento. La censura es indirecta, insidiosa, pero existe: nuestros funcionamentos inhiben la capacidad política para inventar alternativas. En los años 1930, la alternativa política monstruosa fue Hitler y los fascismos... Hoy, tenemos algo parecido con Daesh: una propaganda incoherente, un "comodín" idéologico, unos sentimientos confusos, una rapsodia que toca todas las partituras de la frustración y del descontento.

¿Se puede realmente hacer una analogia entre Hitler y Daesh?

Lo que hizo Hitler, liderando las masas, dandoles chivos expiatorios frente a sus sentimientos de rabia y de humiliación, fue darles razones falacias de vivir y de morir por ilusiones de pacotilla. Fuerzas surgidas de las tinieblas, aunque minoritarias, pueden aportar la violencia y el anihilamiento. Ninguna, o casi ninguna de las medidas sociales prometidas por los nazis fueron operacionales, el regimen de la propiedad y las oligarquias industriales y financieras se mantuvieron y crecieron. Las clases sociales que pensaban evitar el declive, fueron engañadas. Hubo milliones de muertos, una nueva industria del terror que consideró más que nunca lo humano como algo superfluo y obsoleto, como materia prima de las técnicas de producción. Después de la guerra, sopló un viento humanista. Pero decayó. Hoy de nuevo se oye la rabia y el desespero de los oprimidos. Se acabará por apagar el sol y las estrellas porque no pagan dividendos decia Bernard Maris, buen amigo mio citando a John Keynes. ¿Hasta cuando dejaremos hacer?

¿Sobre que fundarse para avizorar otra política?

Solo puede fundarse sobre una re-invención del humanismo: una postura ético-política que busca hacer "la ontologia del presente" como dice Michel Foucault, para intentar ver lo que, en este presente, brilla como un peligro que la historia puede alumbrar. Este es el desafio de la modernidad que nos toca enfrentar : posponer lo humano en el centro, de manera concreta, particular, no de manera universal, reducido a la monotonia, no de manera homogéneizada.
Hoy es preciso volver a leer Stefan Zweig, sobretodo su libro Brasil, país de futuro donde explica como la creación de una cultura puede nacer de la criollización del conjunto de las particularidades culturales que la componen. Es lo heterogéneo que hace fuerte. La creación de una verdadera identidad cultural pasa por el crisol de una cultura que hace fundirse juntos, con aleaciones sútiles, muchos componentes humanos.
Lo político debe enfrentarse con esa pluralidad, no porque la necesita como "fuerzas de trabajo" para explotar, sino porque asi se crea un pueblo, con su fuerza y su historia. Hay que transmitir este mensaje de la desintoxicación moral de Europa, que debe pasar por la República de las letras, por la fraternidad de las culturas, de los intercambios, de las experiencias sensibles. Zweig dice que habria que enseñar su historia a cada nación, no tanto la historia de sus conflictos con las otras naciones, sino lo que cada una debe a las otras para ser lo que es hoy. Se trataria de enseñar menos nuestras victorias y nuestras derrotas que nuestras deudas con las otras culturas. Es apropiandonos lo que los otros nos han traido con nuestra manera singular, que nos hemos creado y que hemos "dado una forma a nuestro destino" como lo escribia Camus.

Roland Gori es psicoanalista y profesor emerito de psico-patologia clínica de la universidad de Aix-Marseille. En enero de 2009, ha iniciado el Llamado de los llamados - una coordinación de movimientos procedentes de los sectores de la salud, de la investigación, de la educación, del trabajo social, de la cultura... - cuyo objetivo es de federar una multitud de actores que critican la ideologia neoliberal y sus consecuencias sobre los servicios públicos entre otros. Es autor de varios libros de referencia: L’Appel des appels (El llamado de los llamados. Para una insurrección de las consciencias. Paris, Mille et Une Nuits-Fayard, 2009 ; La Fabrica de los impostores, Les Liens qui Libèrent, 2013 ; y más reciente, El individuo ingobernable, Les Liens qui Libèrent, 2015.

Traducción: C.Marchais
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