lundi 28 décembre 2015

Francia... ¿Por qué florece el manzano japonés?


Qué sombrío es este fin de año, a pesar de las luces centelleantes que las administraciones municipales han instalado en las calles.

Qué confuso, con ese falso rumor de primavera que invade los árboles desorientados por el cambio climático. Pues el acuerdo de la COP21 de principios de mes no engaña ni a las nubes, ni a los árboles, ni a la tierra... Ellos ya conocen la historia del flautista de Hamelin, y si fingen aceptar la dulzura de la temperatura, es para lanzar unos últimos cohetes de alarma.

Qué nostálgico es este fin de año a pesar de las flores de manzano japonés, copos rojos enloquecidos, que se han adelantado por lo menos dos meses sobre el curso habitual de las estaciones y que hacen brotar una nostalgia de nieve... ¿Quién hubiera apostado a que los barrenderos, los carteros y los habitantes de la calle echen de menos a los copos nevados y a las heladas?

Para este año 2015 en Francia, la morosidad ambiental se encuentra entre dos series de atentados sangrientos y sus respectivas consecuencias institucionales y sociales. A principios de enero, con un pretexto religioso, el fanatismo apuntó y asesinó a judíos, periodistas de "Charlie Hebdo" y policías en el centro de París. Y a mediados de noviembre, la misma barbarie atacó al garete a unos jóvenes sin "etiqueta identitaria", sino la de estar tomando un trago o comiendo en una terraza, la de bailar en un concierto o la de compartir la fiesta de un estadio. Esos hechos han desgarrado al país.

Alimentados con la conexión continua al espectáculo terrorista y a su posterior recuperación politiquera a través de la cobertura mediática desaforada, cada ciudadano, cada ciudadana se ha percibido como objetivo potencial de la tiranía. Desde entonces, la sociedad, en estado de choque traumático, se deja seducir más y más por el régimen del miedo y de la sospecha.

Una cosa son "los hechos".
Otra, sus causas.
Y otra, sus efectos.

Si florece el manzano japonés, no es culpa de los musulmanes ni de los migrantes.
Y no justifica la detención domiciliaria, la constitucionalización del estado de emergencia y la privación de nacionalidad.

Nuestro país y Europa son el ojo del ciclón de los desórdenes mundiales. Les incumbe gran parte de la responsabilidad de esos desórdenes y vivimos las consecuencias del caos general internacional que han contribuido a crear. Cabe recordar aquí a los belicistas, con la crisis de los migrantes y de los refugiados directamente ligada a las guerras en Siria y en Irak, que las intervenciones guerreristas no son indoloras : la miseria del mundo que viene a tocar a nuestras puertas y a ahogarse cerca de nuestras costas, no sale de la nada. No hay una generación espontánea del desamparo. El orden capitalista y "occidental" impuesto al mundo con los tratados de libre comercio y la infantería de las multinacionales destruye los bienes comunes y los lazos sociales.

Si se hacen explotar unos jóvenes, no es culpa de los musulmanes ni de los migrantes.
Y no justifica la detención domiciliaria, la constitucionalización del estado de emergencia y la privación de nacionalidad.

Esos "jóvenes-bomba" son franceses, no vienen de fuera. Si se marchan a Siria para hacer la guerra o si emprenden acciones suicidas aquí, es que el radicalismo religioso les ofrece una afiliación, que la fraternidad a través del homicidio y la sumisión hasta la muerte proporciona un sentido a su vida, y que ese sentido no lo encontraron en nuestra República... El problema no es, pues, religioso: reside en la transmisión y en la realización concreta de los valores de igualdad, de libertad y de fraternidad. El Estado, lógica y legítimamente, utiliza dispositivos de seguridad para enfrentar las amenazas terroristas pero esa respuesta no puede ser la única y debe limitarse a un corto plazo.

Si la extrema-derecha se desarrolla con creces, no es culpa de los musulmanes ni de los migrantes.
Y no justifica la detención domiciliaria, la constitucionalización del estado de emergencia y la privación de nacionalidad.

Cuando el Parlamento, con el estado de emergencia prolongado, vota con amplia mayoría unas medidas de detención domiciliaria basada sobre "razones serias que permiten pensar que el comportamiento de una persona constituye una amenaza para la seguridad y el orden público", que el gobierno las utiliza para limitar la movilización de los activistas ambientales durante la COP21 y que las prefecturas empiezan a prohibir manifestaciones sindicales, todo esto marca de manera clara que la izquierda está perdiendo la batalla de la hegemonía ideológica y cultural.

Cuando la franja gubernamental derechista, de lo que queda de la social-democracia francesa, empieza a hablar de privación de nacionalidad para los bi-nacionales nacidos en Francia, eso significa que si "Rachid", "Pablo" o "Jean-Jacques" cometen un crimen, no son franceses de igual manera ya que a unos se les puede quitar la nacionalidad, y a otro no... Y he aquí como se socava el artículo 1ero de la Constitución : "Francia es una República indivisible, laica, democrática y social. Garantiza la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos sin distinción de origen, raza o religión. Respeta todas las creencias". 

Hace 25 años que la extrema-derecha francesa, el Front National, progresa constantemente: son millones ahora, los electores que la consideran como una alternativa posible en el seno mismo de las instituciones republicanas. Progresa en las cabezas, progresa en los discursos y en los actos, progresa en las urnas. Este 6 de diciembre de 2015, con 6'.820.147 votos en las elecciones regionales, se ha confirmado como el "primer partido de Francia".
... Oh que sombrío y oscuro es este fin de año.
Los musulmanes, los migrantes y los manzanos japoneses tienen miedo.
Yo también.

27 de diciembre de 2015. Paris

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